Septiembre
Era una mañana cualquiera de septiembre, pero una
sensación extraña recorría la ciudad.
-¡Extra, extra! ¡La banda de atracadores vuelve a actuar.
Un desaparecido en el incidente!
De acuerdo, el crimen organizado estaba asolando la villa, pero nunca
habían hecho daño a nadie, qué pudo llevarlos a
¿secuestrar? ¿asesinar? a un estudiante de física
es algo que removía mi curiosidad. Decidí investigarlo.
Sabía que ese fin de semana había estado solo en casa,
mientras sus padres estaban en el pueblo. Él no había
podido ir. Época de exámenes.
Me dirigí al lugar del crimen, la policía seguía
buscando pistas y el cordón policial no permitía el paso
de personal ajeno a la investigación, pero eso nunca fue
problema para mí, uno tiene sus contactos y sabe como
aprovecharlos.
-¡Hola Mike! ¿Esta vez te ha tocado de portero?
-Cosas del oficio. Supongo que me pedirás que te deje pasar.
-Un poco de curiosidad sana no hace mal a nadie, y ya
sabes que puedo seros de ayuda.
-Anda, pasa, pero no toques nada. Limítate a mirar.
La casa estaba patas arriba, y la marca de la banda que venia saqueando
pisos por toda la zona era fácilmente reconocible: desorden y
descontrol; fuerzan la cerradura, entran, revuelven todo y se van, y
aun así ni una huella. Pero ¿donde estaría el
chaval desaparecido?, siempre se aseguraban que no había nadie
en casa, pero esta vez se notaba que habían tenido problemas con
alguien, había sangre en la habitación de la
víctima. Entre a ver que podía averiguar.
Como siempre, el ordenador y la minicadena habían desaparecido.
Ningún material es malo para colocarlo en el mercado.
Eché una ojeada a la colección de cd's: mucha
música clásica, muchas bandas sonoras, pero
también Extremoduro, Chambao, Héroes del Silencio, La
Oreja de VanGogh... ciertamente el sujeto en cuestión
tenía unos gustos musicales peculiares. En las
estanterías apenas quedaba nada, todos los libros que se
suponía deberían haberlas ocupado estaban por el suelo:
mucha ciencia-ficción, el señor de los anillos, y
algún otro ejemplar de títulos poco conocidos. Me
llamaron la atención una serie de libros que trataban sobre
divulgación científica, cosas sobre cuántica,
agujeros negros y teoría de cuerdas, lecturas que sin duda
debieron marcar mentalmente al desaparecido.
En las paredes colgaban aún un par de cuadros: una
extraña composición de una catedral formada mediante una
partitura en vertical, y lo que reconocí como el póster
del señor de los anillos, pero pintado al óleo... sus
gustos se iban definiendo más y más; estaba claro que le
gustaba la obra de Tolkien, y la música clásica. Esto
último se corroboró cuando encontré un paquete
debajo de la cama: un estuche mal cerrado y una carpeta con
partituras... los ladrones no debieron saber de que se trataba, pues se
dejaron posiblemente uno de los objetos de mayor valor de toda la casa:
un oboe Marigaux, sin duda un instrumento caro. Así deduje que
no solo estudiaba física, sino también música.
Una enorme taza de café me dijo que no le desagradaba como
bebida, aunque quizá solo fuese el típico estimulante de
un estudiante en época de exámenes, lo que estaba claro
es que no fumaba; ni una colilla, ni un cenicero, ni una cajetilla. Sin
embargo sí que bebía alcohol, una pequeña botella
de cacique reveló sus gustos.
-¡Tengo el pasaporte!
Me acerqué a escuchar sobre este nuevo acontecimiento.
Efectivamente, residía en este domicilio, pero no parecía
haber salido del país, o por lo menos, no de Europa...
más tarde encontré unas fotos que le mostraban al menos
en Alemania, en un par de ocasiones. Pero lo que más me
llamó la atención en ese momento, fue que no era
asturiano, como cabría esperar; había nacido en Zamora.
Esto explicaba diversas hojas y anotaciones que había encontrado
alabando la inmensidad de Castilla. Estaba claro que, aunque viviera en
Asturias, se sentía zamorano.
No encontré mucho más, tan solo una colección de
películas que mostraban su afición por el cine, poca cosa.
-¡Hasta luego, Mike!
-¿Encontraste algo interesante?
-Encontré algo.
La búsqueda en el piso resultó totalmente infructuosa.
Sabía un poco mejor como era la víctima, empezaba a
conocer sus gustos, pero... ¿donde estaba? Solo me quedaba
preguntar a sus amigos.
Me dirigí a la facultad de ciencias de Oviedo. Se notaba el
nerviosismo por las últimas noticias (o quizá por los
exámenes). Entré en la biblioteca y conseguí
hablar con varias de sus compañeras de clase. En aquel momento
no me importaría haber ocupado su lugar en la facultad, se
notaba que estaba bien acompañado, pero no había ido
hasta allí para eso. Me pasé una hora haciendo preguntas
y las conclusiones fueron escasas; era un chaval que caía bien,
"es simpático" decían, pero en el fondo se notaba que lo
consideraban una persona un tanto "peculiar", aunque le apreciaran.
Cada vez estaba más confuso. Estaba claro que el chaval era
raro, pero aún así...
Decidí volver a casa, tenía que descansar y pensar sobre
todo ello.
Al día siguiente alguien me despertó al teléfono.
-¿Sí?
-Verá, ayer cuando llegué a casa me comentaron que me
estaba buscando, y quería decirle que no ha pasado nada.
-¿A casa?¿quién es?
-Soy el chaval que vive en la casa que han saqueado. Verá, como
mis padres no estaban, decidí pasar el fin de semana en casa de
un amigo que vive fuera de la ciudad y no me enteré de lo
sucedido hasta ayer por la noche cuando llegué a casa.
-Pero... ¿y la sangre?
-Ups, eso es porque soy un poco patoso, y me corté abriendo una
lata de mejillones para cenar. Muchas gracias por todo y no se preocupe
por mí.
-De acuerdo. Hasta otra.
En definitiva, un gran malentendido. Un chaval al que le gusta la
música clásica, pero también le gusta extremo.
Estudia música, pero también estudia física. Sus
amigos le aprecian pero le consideran raro. Y encima patoso... curioso
ejemplar.
Por cierto, se hacía llamar _sac_.